Un sub oficial de carabineros de Peñalolén, utilizando su preparación policial, costeada por el Estado, asalta a mano armada una sucursal del Banco Santander, su mentor, otro carabinero; 43º comisaría de Peñalolén, 20 pobladores asesinados desde el año 90, más ejecutados en “democracia” que en dictadura.
Mientras tanto los que alzamos nuestra voz para escuchar un eco en la autoridad, somos tratados como criminales y se conjuran en contra nuestra las penas del infierno desde las altas esferas del poder político chileno, que ven como los de abajo ya no aguantamos más la pesada carga de sus privilegios.
Un obrero de la construcción en Vitacura, luego de una larga cesantía, muere aplastado entre fierros en su primer día de trabajo. Trágica escena de familiares llorando que nos recuerda la muerte de 6 trabajadores de la construcción en Las Condes el 2004, por las negligencias de los patrones.
Es la realidad de millones de chilenos que trabajamos para pagar nuestro pan, pero somos azotados por la explotación o la muerte. Miles somos vendedores ambulantes o artistas callejeros que figuramos como “empleados” en las estadísticas laborales del gobierno, pero somos perseguidos como delincuentes por la policía.
La nueva estocada contra nuestra dignidad, viene de los oscuros intereses del gobierno y los magnates del transporte y otros tantos que no sabes de buses y recorridos pero sí de cobranzas y recortines, como el Banco Santander, el BCI, BancoEstado, Banco de Chile, Sonda y CMR Falabella: Administradores Financieros del Transantiago. La profecía que nos contaban nuestros abuelos se acaba de cumplir, las calles han sido privatizadas, finalmente el derecho al transporte depende de un puñado de ricachones que deciden cuando podemos salir y llegar a la casa y cuanto nos cuesta el atrevimiento. No les bastó con quitarnos la previsión, la educación, la luz, el agua, la salud, ahora el transporte, mañana le pondrán precio al aire.
Somos las mujeres las más golpeadas, cuando nos cogotean los poderosos nos dejan sin plata para el pan de nuestros hijos, que tienen la mala costumbre de comer todos los días. Mientras nos sigan abofeteando las calles permanecerán cortadas y nuestras poblaciones seguirán oliendo a lacrimógena, nos dimos cuenta que somos más y que podemos aplastar a los chupasangre. A Luchar!