No le deseamos la muerte a nadie, menos nosotros los pobladores que nos han matado durante toda la historia y sabemos de asesinato, tortura y sufrimiento. Solo queremos justicia. No queremos que un tirano se vaya a la tumba sin pagar por sus crímenes, porque eso deja enferma a nuestra Patria, eso la humilla, la deja sin fundamentos para nuestros hijos, la impunidad es una estocada en el corazón de nuestra sociedad, que sangra enferma y que solo se cura con justicia.
Levantamos nuestra protesta porque a los tiranos ni siquiera se les debería juzgar, porque los tribunales pueden determinar que son inocentes, y en ese caso sería el pueblo el culpable. La ley de los tiranos es la ley de la bala y quien a hierro mata a hierro muere. En un momento histórico unos valientes lo intentaron, pero el tirano fue más astuto, hoy paga la trágica condena de vivir con él mismo hasta el último de sus días, un pueblo hambriento de justicia condenándolo al paredón y todos sus muertos esperándolo en algún lugar.