jueves, febrero 21, 2008

GRAFFITIS Y MURALES EN PEÑALOLÉN

TODOS CONTRA EL MURO
Las paredes limpias no dicen nada, decía un graffiti unos años atrás, tensionando con ello el afán de asepsia de alcaldes que no se asquean en prestar cualquier muro o valla para publicidad o sus campañas. Una lógica que quiere a los que rayan en las cárceles y a los artistas en las galerías. Daremos un recorrido por una serie de murales y graffitis de Peñalolén, algunos de los cuales ya no están, hechos por artistas sin nombre y que dan colorido a calles, muros, basureros o carros completeros.PrensaMPL

La extendida práctica que da color a los muros o que disemina afiches por toda la ciudad prontamente será reprimida con multas de hasta 120 mil pesos en Chile, según un acuerdo aprobado en la Cámara de Diputados.. Ausencia de sentido estético, amor por el orden aséptico, insensatez de los viejos de siempre para una retórica de los muros que no reconoce fronteras, sobretodo ahora que las ciudades, locomoción colectiva y muros de Chile viven un despliegue de color sobre el acostumbrado gris de los viejos vinagres de siempre.

Los rayados salpican dentro de nuestras fronteras: la salitrera Humberstone, el barrio histórico de Valparaíso y las iglesias de Chiloé son el soporte. ¿Por qué molestan los rayados? ¿Por qué este cierre de filas en nombre de la pulcritud de los espacios públicos? En palabras del sicólogo social Román Mazzilli: “¿Qué sociedad necesitó escribir en los muros? y ¿Qué sociedad se apuró a taparlos?”.

La creatividad es por esencia transgresión. Mazzilli dice que el graffiti “se apropia de espacios no concebidos para tal fin, produciendo un cambio en las funciones ciudadanas previamente asignadas. Al inscribirse en frentes de casas o edificios es escritura transgresora que se exhibe en los límites de la propiedad”. Adecuación por fuera de la institucionalidad, existencia en los márgenes que significa que el graffiti puede ser fácilmente borrado a corto plazo. “Escritura efímera y transitoria que hace que de todas las escrituras callejeras (publicidades, señales de tránsito, pintadas políticas) sea la más expuesta a la no duración”.

Diferencias con el arte:

Este es integrado, requiere del evento; se asocia a un nombre con su correspondiente carrera de artista; es objeto de crítica desde la alta cultura y aspira a perdurar. La escritura en los muros es clandestina, fugaz, anónima, espontánea y remite a la estética de lo perecedero.

Y molesta?

Su existencia quiebra las nociones de lo bello y no reconoce propiedades comunitarias. La ciudad es el escenario donde los graffitis irrumpen dando colores y textos imprevistos al decorado; modifican la escenografía, confunden a los actores, desestructuran el rutinario transcurrir por el espacio, comenta Mazzilli. Fernando de Figueroa, en Del adoquín al aerosol, piensa en la recuperación de la calle que conlleva el graffiti frente a la paulatina reclusión doméstica de los ciudadanos. No pocos ven en el graffiti una respuesta a la hegemonía de los medios masivos. Baudrillard ve en ella “la forma alternativa y subversiva de los medios de comunicación de masas, donde el intercambio inmediato transforme la distancia jerárquica entre emisor y receptor”.

En las sombras...

Moisés, Joaquín, Carlos y Esteban no comparten colegio, ni barrio, ni clase social. Sólo comulgan frente a un muro y con varios spray. Su pasión es el graffiti y los tag que han desparramado por todo Santiago. A Moisés incluso lo apresaron cuando celebraba su cumpleaños. Qué mejor manera de celebrarlo que rayando toda la noche. “Uno se divierte tageando, dan ganas de ser más conocido”, comenta.

Muestran la foto de un mural hecho en Arrieta a partir de una plantilla con un retrato de Salvador Dalí: “Nos gusta jugar con colores y lo que salga -recalcan- y nos gusta Picasso porque se parece a lo que hacemos nosotros”. Escuchan hip-hop chileno y español, compran los spray en las ferias y Joaquín estudia dibujo técnico. A veces les sale un vecino que los invita a pintar su muro, ellos le preguntan qué motivo quiere, él compra las pinturas y se hace. “Los raperos aprecian esto, los que bailan hip-hop y brake -cuenta- y ponemos el tag que cada uno tiene... nosotros vamos a otra parte y vemos el tag y conocemos al loco por el nombre, después conocemos a la persona y ¿qué rayai tú ? Tanto ¡Ah! Yo he visto un tag tuyo por allá”.

¿Cómo se imaginan una ciudad?

- “Todo pintado con graffitis con hartos colores que den vida, no esas paredes que parecen muertas -responde Carlos- claro que si estuvieran todas rayadas, sería muy común y no lo haríamos”

Confiesan que les seduce rayar sobre la publicidad “porque encima destaca más el tag”. Esto no es delincuencia, sostienen firmes. Lo que nunca rayarían es una animita, han dejado hasta de comer por comprar pinturas y se interesan por el concurso de una tienda de hip-hop que paga por rayar una comisaría. “Hay que llevar la pura foto”, cuentan.

Consultamos a distintos graffiteros, ¿Qué sensación te provoca un muro blanco?

- “Dan puras ganas de rayarlo, vas pasando y ver una pared blanca te invita a poner tu firma. Piensas ¿cómo se vería el tag que tengo en la croquera?” (Francisca Valdivieso, 18 años, comuna de Puente Alto).

- “Una muralla blanca a mí no me provoca nada, pero si tengo oportunidad de rayarla lo hago, para que me vean, porque está tan linda que resalta. No lo hacemos por maldadosos, es para hacerse conocido” ( Moisés Rivas, 16 años, comuna de Peñalolén)

- “Me provoca ¡desesperación!, dan ganas de hacer cagar la huevá. Es su poder, su credibilidad. El mismo Metro demuestra un poder súper vigilado que a los mismos graffiteros les da miedo rayar. Hace de Santiago una estética cínica ¿Por qué Paz Froimovich hace lo que quiere donde quiere y yo no puedo siquiera hacer una raya? Dan ganas ¿no?” (Juan Pablo Vargas, 22 años, diseñador de www.stgounder.cl).